domingo, 29 de abril de 2012

"TOKIO BLUES" (Norwegian Wood) - Haruki Murakami

Párrafo de carta de Naoko a Watanabe, desde una clínica de reposo:

...durante el juego, cuando miro a mi alrededor dejo de discernir quién es quién y todos me parecen deformados.
Un día se lo dije a mi médico y me respondió que mi impresión era, en cierto modo, correcta. Me explicó que no estamos aquí para corregir nuestras deformaciones, si no para acostumbrarnos a ellas. Afirmó que uno de nuestos problemas es la incapacidad de reconocerlas y aceptarlas. Y que, al igual que todos los seres humanos, tenemos un modo peculiar de andar, de sentir, de pensar y de ver las cosas, y que, por más que intentemos corregirlas, jamás lo conseguiremos.
Al contrario, si intentamos corregirlas a la fuerza, unicamente lograremos que se resientan otros aspectos. No hace falta decir que esto es una simplificación y sólo recoger una parte de los problemas que tenemos, pero entendí muy bien lo que trataba de decirme.
Tal vez somos incapaces de adaptarnos a nuestras deformaciones. Pero en este pequeño mundo la deformación es la premisa. La llevamos en nuestro cuerpo, al igual que los indios llevaban en la cabeza las plumas que indicaban la tribu la que pertenecían. Vivimos en silencio para no herirnos los unos a los otros.

lunes, 16 de abril de 2012

Aún puedo sentirme

Soy el sol frente a mis ojos, lo siento arder, me deja ciega,
Caen mis párpados y sigo sintiendo el fuego penetrando la piel, el alma.

Estoy  desarmada, vulnerable,
mi armadura ha estallado en mil pedazos,
intento recogerlos para formar una máscara de pedazos de armadura.

Quiero esconderme, no tengo a donde huir,
soy yo la que se está buscando.

Estás ahí,  en una esquina, en un rincón
tratando de esconderte, tratando de encontrarte,
necesitas correr y estás inválida,
necesitas gritar y no tienes garganta,
tus  lágrimas están hablando muy fuerte, ya no queremos escucharlas.

Lucho por romper lo que hoy es mi piel,
soy una oruga bajo mi pie,
no me has mirado, estás a punto de aplastarme.

Mis alas quieren  surgir,
tengo miedo de mis alas, son enormes y obscuras,
destrozarán mi cuerpo al nacer.

Veré mi armadura despedazada y conoceré  mi alma, sus alas…
mis alas negras, enormes, brillantes, libres, hermosamente torpes….
ni el sol que mirarán de frente muchas veces podrá quemarlas.

SÍNDROME DE “FELICES POR SIEMPRE”

La adicción a la intensidad utilizada como símbolo de éxito y felicidad, es lo que nos hace patológicos, tenemos el pensamiento errado de “no estar viviendo si no es intenso”, todo debe ser veloz, fugaz, intenso, sin sembrar, sin raíces, a medias, sin trabajo, sin sufrir… todo placer.

Nos olvidamos de que los momentos de verdadero aprendizaje, asimilación y experiencia, se dan al detenernos un instante, observar el entorno y analizar lo que está pasando, lo que estamos viviendo. Y a pesar de no saber hacia dónde vamos o hacia dónde queremos ir, seguimos en esta carrera de velocidad e intensidad, que sólo nos desgasta, muchas veces sin sentido o con el único sentido de placer.

La prisa que tenemos por vivir, es en verdad una notable prisa por morir. Le quitamos a la vida lo que la hace vida, la cambiamos por un cuento vendido de felicidad eterna, un síndrome de “felices por siempre” que nos incapacita en el aprendizaje de ser, de vivir, con los múltiples matices.

-Psiqueale-