Hemos aprendido o “mal aprendido” a naturalizar la inequidad de género desde el nacimiento de un ser, basados en conceptos caducos que identifican a un individuo como “hombre-masculino” o “mujer-femenino”, determinados por características biológicas y estereotipos cancerígenos enquistados en las sociedades, obligándonos a vivir según percepciones erróneas de roles de género y castrando así la necesidad básica del ser humano de vivir a plenitud su sexualidad.
La construcción social de identidades rígidas, de “masculinidad” y “feminidad”, han sido evidentes formas de control de sociedades durante generaciones, sustentadas por teorías religiosas hegemónicas, que ni siquiera nos pertenecen… sometiendo psicológicamente al mundo, con cargas “morales” extremistas, antinaturales e innecesarias, ocasionando sufrimiento a “machos” y “hembras” de la raza humana.
La heteronormatividad ya no tiene cabida en ninguna sociedad.
-Psiqueale-
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